LA PLATA SPOON RIVER
“El
2 de abril de 2013 la ciudad de La Plata se inundó luego de un fuerte temporal.
Dos de los arroyos que atraviesan la ciudad en sus márgenes desbordaron su cauce.
En el centro urbano el agua alcanzó los dos metros de altura, arrasando con
plazas y avenidas. El Servicio Meteorológico Nacional informó que 181
milímetros cayeron entre las 18 y 21 horas. La elevación del nivel del agua
tuvo su origen principal en la magnitud de una tormenta extraordinaria que
azotó a la provincia de Buenos Aires y a la Capital Federal; sin embargo, el desastre
en la ciudad de las diagonales fue consecuencia de una flagrante imprevisión
humana. (…)
La
dimensión de la catástrofe ocurrida en La Plata y alrededores conmovió a todo
el país por varias semanas, y puso en evidencia que las pérdidas irreversibles
obedecieron a una conjunción de factores entre calentamiento global, condición
climática, políticas vacías de gestión, riesgo no previsto, formas inocuas de salvataje,
y negación de las consecuencias fatales. Luego del 2 de abril el gobierno
provincial oficializó un listado con el nombre y apellido de 51 personas
fallecidas como consecuencia de la inundación. Con el correr de los días, el mismo
gobierno pretendió dar por cerrada aquella cifra. (…)
La
antología que aquí presento nace como destello la mañana del 5 de abril,
mientras ayudaba a llevar alimentos y colchones a familias damnificadas que habían
perdido todo menos la esperanza. Continuó tomando forma en mi cabeza por la
tarde, camino a la Morgue para colaborar con un juez que buscaba dar con la
verdadera cifra de personas fallecidas como consecuencia del temporal.
Finalmente adoptó entidad en mi casa, la noche de ese mismo día, frente a un libro
que había leído hacía ya tiempo, y al que volví empujado por aquellas
circunstancias. Me refiero a Spoon River Anthology, del poeta y abogado Edgar
Lee Masters. (…)
La
convocatoria hizo que muchos se entusiasmen de inmediato con la propuesta,
algunos pocos se opusieron ante la incorrección de “usar” el nombre de los
muertos sin permiso. Otros se disculparon
ante
su imposibilidad de colocar su voz en ese lugar. Narradores probaron
ocasionalmente con la poesía. Lo cierto es que la mayoría de los escritores y
escritoras convocados se mostraron interesados y lo vieron –así surge de los
poemas– como cierta forma de reivindicación. Incluso poetas que no suelen
vincularse a la llamada “poesía política” y que denostan tal caracterización,
por el marco de la propuesta a la que se plegaron interesados, asumieron ese
tono sin caer en la indignación. Con lo cual tiendo a creer que gran parte de
la poesía que se escribe en este momento ha perdido su potencia disruptiva, por
ausencia de una verdadera propuesta o relato interpelativo que la contenga.
Salvo
que el poeta lo crea necesario, la poesía no pide permiso para titular un poema
de determinada manera. La poesía irrumpe, es. Más cuando el poder niega el
lugar que le cabe a esos nombres y el poeta entonces los pretende afirmar. Es
decir, homenaje justo el poema, y no sacrilegio. La incorrección en la
devolución de la voz que no está. Epitafios que inventan, reconstruyen
perspectivas de quiénes fueron los muertos o quienes pudieron haber sido sin
serlo. Los resultados a la vista dejan ver un mosaico de tonos, maneras,
acercamientos y distancias. La mirada, la palabra posible, un monólogo de
último momento o simples lugares imaginados por escrituras que, aunque no
conocieran a la persona a la que referencian por título, asumen con respeto
esas vidas que no debieron perderse por motivos evitables. (…).”
JULIÁN
AXAT
Libros
de la talita dorada,
Colección
Los detectives salvajes / 17
City
Bell: De la talita dorada, 2013. 56 p.
ISBN
978-987-1918-09-6
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