José Carlos
Coronel nació en Tucumán el 27 de
diciembre de 1944. Se casó con Cristina Bustos (detenida desaparecida desde
1977). Tuvieron dos hijas: Lucía y María. Murió combatiendo a la dictadura
cívico-militar el 29 de septiembre de 1976.
“Creo que una de las primeras características
que conocimos mi hermana (Lucía) y yo de mi viejo es que escribía, que era
poeta, aunque no hayamos tenido mucha idea de lo que significaba. Al
describirlo, dos palabras venían a la cabeza: poeta y montonero. No dimensionábamos
el peso ni el significado real de ninguna de las dos.
Mi
abuela en su afán de acercarnos a él (para tenerlo ella un poquito más cerca me
parece) insistió en enseñarnos a leer y a escribir desde los 4 años porque mi
papá había aprendido a los 3 (siempre contaba cómo lo veía a los 4, 5 años,
sentado leyendo la biografía de San Martín). Lucía se resistió dignamente y se
dedicó a mostrarme las letras a mí. Debo confesar que encontré una pasión. Ya a
los 4 años, cuando entré al jardín, me dedicaba a leerle cuentos a mis
compañeritos y a eso de los 6 escribí mi primer poema.
A
medida que fui creciendo la escritura se transformó en un escape, en una vía
para ser libre de las diferentes y siempre complicadas situaciones que tuvimos
que atravesar con Lucía.
El
primer encuentro con la historia y la personalidad de mi papá la tuvimos cuando
teníamos 14 y 13 años respectivamente. Conocimos a sus amigos de la época donde
fue "sólo" poeta. Y conocimos por fin esas famosas poesías. Nos
regalaron su libro Gestos y algo más.
Fue realmente como encontrarlo. Sentí que las palabras, todas, eran de él, le
pertenecían; empecé yo a esconder lo que escribía.
En
este rompecabezas llamado “padre”, también descubrimos que su amor por la
poesía estuvo ligado directamente a su amor por la militancia. Todos sus
momentos vividos fueron retratados en sus textos pero, al igual que él, muchos
de esos registros se perdieron en manos de la dictadura. Nos contaron que
cuando entró a Montoneros escribió un poema titulado
"Me voy de la fiesta". Tenía también uno para mi madre
("María") y otro para nosotras; nada de eso hemos podido encontrar.
Cada escrito o poesía que rescatamos fue sentida como su legado
afectivo e ideológico para sus hijas. Cuando Juan y Julián se contactaron con
nosotras para publicar este trabajo consideramos que era el momento justo y
pudimos entrever en ellos a dos compañeros que iban a tratar esta herencia de
mi padre como lo hubiésemos hecho nosotras.
Ojalá aquel que lea los poemas de mi padre, José Carlos Coronel,
pueda reconocer en ellos el ser humano comprometido, sensible, dotado de humor
negro e ironía deliciosos, y el militante que fue nuestro papá”. MARÍA CORONEL, Tucumán, 2013.
Libros
de la talita dorada,
Colección
Los detectives salvajes / 16
City
Bell: De la talita dorada, 2013. 56 p.
ISBN
978-987-1918-07-2
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