QUÉ AGREGAR, por ejemplo, a “El poder de una palabra/no radica en la voluntad de poder// decir aquello/ que los demás/quieren escuchar// El poder de la palabra//es un certero golpe/en la cabeza del silencio//Y de esa cabeza/–estallada en/ el aire–se arma el mundo//a imagen y semejanza?”. Nada, pues, de concesiones al lector o a la facilidad de ese discurso poético que tiende a la comodidad o pereza mental del destinatario; no, pues a la complicidad complaciente con lo ya sabido, sino al desafío que implica poner en tela de juicio nuestra visión del hombre y del mundo. O, ¿de qué modo glosar esta ubicación del hombre y del poeta en la realidad que aparece en versos como “Ser uno/entre tanto otros //Pensar/nuestra pequeñez/como lo más importante/que nos pudo haber pasado” o “Palabras /que no invadan/ al otro//Tan solo palabras/para mirarse/ en el otro”, o estos delicados versos que nos trae reminiscencias de Vicente Huidobro: “Escribo/ sobre el charco/azul//palabras//que se hacen nube//y lluvia”. O qué más decir de esta verdadera profesión de fe en la poesía, que Pallaoro considera su refugio en el mundo: “Convertiré mis manos/ en hojas de fuego// para que vuelen// incendiaré la noche/ con palabras”.
Juan Octavio Prenz
Tatuaje en el viento / 12
Son dos los que danzan
José
María Pallaoro
ISBN
978-987-1918-01-0
Libros de la talita
dorada, 2012
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